Para
muchos son personajes divertidos y carismáticos, para otros son apropiados en
los eventos de niños, o cualquier espectáculo de diversión. Pero en realidad,
son espíritus de demonios burlones y yámbicos que siempre han atraído a niños.
Los payasos son una especie de demonios que en la antigüedad eran llamados
ogros, ellos al igual que genios, gnomos, elfos, trolls y duendes eran
venerados como dioses menores protectores de la naturaleza y el hogar. En el
siglo IV A.C en la religión nórdica, las personas solían levantar un pequeño
altar dedicados a estos seres maléficos donde les ofrecían ofrendas de
alimentos.
Los cultos masivos eran en los bosques, debajo de arboles frondosos como el roble, el olmo, fresno, entre otros llamándoles arboles sagrados, los sacerdotes les ofrecían sacrificios humanos, especialmente niños porque, según el mito, estos demonios o dioses, como eran llamados, devoraban niños. El pueblo de Israel practicaban estos cultos, la Biblia dice en Oseas 4:13: “Sobre las cimas de los montes sacrificaron, e incensaron sobre los collados, debajo de las encinas, álamos y olmos que tuviesen buena sombra…”. Y Salmos 106:37 dice: “Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios”. También en I Corintios 10:20: “Antes digo que los que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis participes con los demonios”.
En
la antigua Roma los verdugos eran vestidos de ogros (payasos) y de esta manera
representar sus instintos de maldad cuando sacrificaban animales en los circos
romanos, haciéndolo de una forma sátira. Los romanos al igual que los griegos,
los representaban también en los carnavales dedicados a los dioses como
atracción y diversión.
En la Edad Media estos personajes grotescos, burlones y
obscenos, vinieron a ocupar un lugar en la corte de los reyes, pura diversión,
con burlas y actos de magia y así ocupar un lugar en la sociedad con sus
actitudes sarcásticas hasta hoy.